Soy
una abuela de tantas y me he enterado de que se buscan valientes,
chavales, padres, maestros y me pregunto si se buscan abuelas
valientes, porque yo soy una de esas abuelas valientes y estoy
dispuesta a demostrarlo.
Cuando
nació mi nieto llego la alegría a nuestra familia, mi primer nieto,
mi muñeco de ojos azules y pelo dorado, desde el momento en que
nació , yo diría que nueve meses antes, sus padres ya pensaban como
seria su niño, como lo iban a educar, tenían claro que en valores,
que intentarían que fuera una buena persona. Nuestro niño creció
con mucho amor y respeto, y porque no decirlo, siendo el foco de
nuestras alegrías. Era un niño sociable, simpático y feliz que
llamaba la atención por su belleza y simpatía, esa belleza que
tanta amargura le acarrearía a él y a toda la familia de la forma
más cruel e inesperada.
Nuestro
niño siguió creciendo, y no es pasión de abuela, cada vez más
guapo y simpático así que al cumplir dos añitos, sus padres
decidieron enviarlo a la guardería para que pudiera relacionarse con
otros niños de su edad y poco a poco adaptarlo a la rutina del
colegio que comenzaba el curso siguiente.
Por
fin llego el día, ¡¡¡ Nuestro niño ya era un niño mayor de tres
“añazos” que va al cole de los mayores !!! .Nunca olvidaremos
aquella mañana, entro al colegio contento y feliz pero eso duraría
poco, enseguida observamos un cambio radical en su carácter, estaba
triste, nervioso, de mal humor, pasaba mucho rato en su cuarto solo,
se negaba a comer, nuestro niño alegre y simpático, en poco tiempo
se convirtió en alguien que no conocíamos, parecía otro niño. Me
ahorrare muchos detalles porque es muy duro recordarlo pero nuestro
niño salió un día del colegio tan histérico que ya no pudo callar
más tiempo y en un arranque de valentía impropia de un niño de su
edad, comenzó a relatar a su madre lo que le estaba pasando en el
“cole”.
El
día que supimos que mi nieto de tres años (¡¡¡ Por Dios, tres
años!!!), estaba sufriendo un acoso en toda regla por parte de un
grupo de niños de su edad, la alegría y la felicidad salieron de mi
casa. No recuerdo nada tan doloroso como saber la crueldad que habían
empleado sus acosadores, estos pequeños delincuentes en potencia,
como muestra y para que quien lea esta carta se haga una idea, el
motivo del acoso fueron los celos, celos de que sea un niño guapo y
con los ojos azules, por lo cual mi nieto llego a odiar tanto el
color de sus ojos, que un día lo sorprendí queriéndoselos sacar,
si, aunque parezca increíble, sorprendí a mi nieto intentando
sacarse los ojos. Fueron días muy dolorosos ya quenecesitó visitar
a su pediatra y el servicio de urgencias de un hospital. Comenzó a
autolesionarse los ojos y otras partes del cuerpo.
Para
nosotros se acabaron los viajes, las cenas… La tristeza, la rabia
la impotencia se apoderó de mi familia, cada día esperando a ver
qué pasa en una incertidumbre total. Nunca olvidare la sensación de
abandono que sentíamos toda la familia al dejar a nuestro niño en
el colegio… Realmente lo dejábamos abandonado ya que no
confiábamos en que nadie cuidara de él.
Indudablemente,
quien mássufrió fue nuestro niño, su abuelo y yo lo oíamos gritar
de noche aterrado por las pesadillas y se nos partía el alma cuando
oíamos sus pasos corriendo por el pasillo llamando a sus padres
buscando consuelo.
Otro
detalle que me partía el corazón era ver como nuestro niño, con su
capucha tapándose la cabeza, jugaba en el patio del colegio, solo,
con su propia sombra. Sinceramente, quise morir, no podía soportar
ver a nuestro niño sufrir tanto, al final todo se traduce en
sufrimiento, pena, rabia, impotencia y no sécuántas cosas másque
yo no había sentido antes y que mi nieto de tres años ya las estaba
padeciendo.
Aun
siendo todo muy injusto, creo que de las cosas que peor llevamos fue
no disfrutar el embarazo de mi hija, la madre de mi nieto que sufrió
el acoso, ya que cuando todo estalló, ella estaba esperando a mi
segundo nieto… Mi hija tuvo tanto estrés y tanta pena y ansiedad,
que casi pierde a su bebe, afortunadamente tenemos otro pequeño en
casa sano y fuerte.
Algún
día espero recuperar la alegría y el brillo en los ojos que perdí
cuando mi familia sufrió tanto, espero superar las secuelas que me
dejo el sufrimiento doble que sentí, si, si, doble porque yo como
madre sentía el dolor que mi hija estaba sintiendo y como abuela,
por mi niño. Espero superar las noches de insomnio y este dolor en
el alma que me ha robado la alegría, espero superar el miedo,
recuperar la confianza en el sistema y disfrutar plenamente de mis
nietos, de mi familia y mi trabajo pero lo que más espero y deseo,
es que la gente sea valiente, que hablen, que cuenten, que no miren a
otro lado, que si callamos nos convertimos en cómplices, que piensen
que es muy triste muy duro e injusto que un niño y su familia sufran
tanto, que le den al problema del acoso la importancia que tiene, que
trasciende a toda la familia, que deja secuelas de por vida y que de
una vez se reconozca el acoso porque el primer paso para solucionar
un problema es reconocer que existe.
No
pierdo la esperanza de recuperar nuestras vidas, de perder de vista
esas miradas provocadoras de la familia de los agresores, me gustaría
que las madres de los compañeros de mi nieto fueran más solidarias,
que no se escondieran, que la profesora de mi nieto fuera capaz de
mostrarle al menos un poco de amabilidad, al igual que hace con sus
agresores, en fin, tantas cosas…. Pero realmente sería feliz
cuando mi niño dejara de decirme “EN MI CLASE HAY MUCHOS SITIOS
DONDE ESCONDERME “
Encarni,
una abuela que no quiere ver a su nieto sufrir.
Puedes mandar tu testimonio a
plataformatavetarragona@gmail.com