dimarts, 21 de febrer del 2017

Carta de una abuela




Soy una abuela de tantas y me he enterado de que se buscan valientes, chavales, padres, maestros y me pregunto si se buscan abuelas valientes, porque yo soy una de esas abuelas valientes y estoy dispuesta a demostrarlo.
Cuando nació mi nieto llego la alegría a nuestra familia, mi primer nieto, mi muñeco de ojos azules y pelo dorado, desde el momento en que nació , yo diría que nueve meses antes, sus padres ya pensaban como seria su niño, como lo iban a educar, tenían claro que en valores, que intentarían que fuera una buena persona. Nuestro niño creció con mucho amor y respeto, y porque no decirlo, siendo el foco de nuestras alegrías. Era un niño sociable, simpático y feliz que llamaba la atención por su belleza y simpatía, esa belleza que tanta amargura le acarrearía a él y a toda la familia de la forma más cruel e inesperada.
Nuestro niño siguió creciendo, y no es pasión de abuela, cada vez más guapo y simpático así que al cumplir dos añitos, sus padres decidieron enviarlo a la guardería para que pudiera relacionarse con otros niños de su edad y poco a poco adaptarlo a la rutina del colegio que comenzaba el curso siguiente.
Por fin llego el día, ¡¡¡ Nuestro niño ya era un niño mayor de tres “añazos” que va al cole de los mayores !!! .Nunca olvidaremos aquella mañana, entro al colegio contento y feliz pero eso duraría poco, enseguida observamos un cambio radical en su carácter, estaba triste, nervioso, de mal humor, pasaba mucho rato en su cuarto solo, se negaba a comer, nuestro niño alegre y simpático, en poco tiempo se convirtió en alguien que no conocíamos, parecía otro niño. Me ahorrare muchos detalles porque es muy duro recordarlo pero nuestro niño salió un día del colegio tan histérico que ya no pudo callar más tiempo y en un arranque de valentía impropia de un niño de su edad, comenzó a relatar a su madre lo que le estaba pasando en el “cole”.
El día que supimos que mi nieto de tres años (¡¡¡ Por Dios, tres años!!!), estaba sufriendo un acoso en toda regla por parte de un grupo de niños de su edad, la alegría y la felicidad salieron de mi casa. No recuerdo nada tan doloroso como saber la crueldad que habían empleado sus acosadores, estos pequeños delincuentes en potencia, como muestra y para que quien lea esta carta se haga una idea, el motivo del acoso fueron los celos, celos de que sea un niño guapo y con los ojos azules, por lo cual mi nieto llego a odiar tanto el color de sus ojos, que un día lo sorprendí queriéndoselos sacar, si, aunque parezca increíble, sorprendí a mi nieto intentando sacarse los ojos. Fueron días muy dolorosos ya quenecesitó visitar a su pediatra y el servicio de urgencias de un hospital. Comenzó a autolesionarse los ojos y otras partes del cuerpo.
Para nosotros se acabaron los viajes, las cenas… La tristeza, la rabia la impotencia se apoderó de mi familia, cada día esperando a ver qué pasa en una incertidumbre total. Nunca olvidare la sensación de abandono que sentíamos toda la familia al dejar a nuestro niño en el colegio… Realmente lo dejábamos abandonado ya que no confiábamos en que nadie cuidara de él.
Indudablemente, quien mássufrió fue nuestro niño, su abuelo y yo lo oíamos gritar de noche aterrado por las pesadillas y se nos partía el alma cuando oíamos sus pasos corriendo por el pasillo llamando a sus padres buscando consuelo.
Otro detalle que me partía el corazón era ver como nuestro niño, con su capucha tapándose la cabeza, jugaba en el patio del colegio, solo, con su propia sombra. Sinceramente, quise morir, no podía soportar ver a nuestro niño sufrir tanto, al final todo se traduce en sufrimiento, pena, rabia, impotencia y no sécuántas cosas másque yo no había sentido antes y que mi nieto de tres años ya las estaba padeciendo.
Aun siendo todo muy injusto, creo que de las cosas que peor llevamos fue no disfrutar el embarazo de mi hija, la madre de mi nieto que sufrió el acoso, ya que cuando todo estalló, ella estaba esperando a mi segundo nieto… Mi hija tuvo tanto estrés y tanta pena y ansiedad, que casi pierde a su bebe, afortunadamente tenemos otro pequeño en casa sano y fuerte.
Algún día espero recuperar la alegría y el brillo en los ojos que perdí cuando mi familia sufrió tanto, espero superar las secuelas que me dejo el sufrimiento doble que sentí, si, si, doble porque yo como madre sentía el dolor que mi hija estaba sintiendo y como abuela, por mi niño. Espero superar las noches de insomnio y este dolor en el alma que me ha robado la alegría, espero superar el miedo, recuperar la confianza en el sistema y disfrutar plenamente de mis nietos, de mi familia y mi trabajo pero lo que más espero y deseo, es que la gente sea valiente, que hablen, que cuenten, que no miren a otro lado, que si callamos nos convertimos en cómplices, que piensen que es muy triste muy duro e injusto que un niño y su familia sufran tanto, que le den al problema del acoso la importancia que tiene, que trasciende a toda la familia, que deja secuelas de por vida y que de una vez se reconozca el acoso porque el primer paso para solucionar un problema es reconocer que existe.
No pierdo la esperanza de recuperar nuestras vidas, de perder de vista esas miradas provocadoras de la familia de los agresores, me gustaría que las madres de los compañeros de mi nieto fueran más solidarias, que no se escondieran, que la profesora de mi nieto fuera capaz de mostrarle al menos un poco de amabilidad, al igual que hace con sus agresores, en fin, tantas cosas…. Pero realmente sería feliz cuando mi niño dejara de decirme “EN MI CLASE HAY MUCHOS SITIOS DONDE ESCONDERME “
Encarni, una abuela que no quiere ver a su nieto sufrir.

Puedes mandar tu testimonio a 
plataformatavetarragona@gmail.com



2 comentaris:

Unknown ha dit...

OLE ESA ABUELA VALIENTE ,GRACIAS POR UNIRTE A NUETRA LUCHA

Anònim ha dit...

Adoro a estas/os abuelas/os que como la de mi hijo, están siempre para ayudarnos a l@s padres que sufrimos el acoso en nuestros hij@s. Gracias Encarni, un besazo y gracias!!

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